miércoles, 6 de octubre de 2010

“El sadomasoquismo es la única actividad sexual exclusivamente humana”

OLIVIA JUDSON, BIOLOGA evolutiva INGLESA

Realizó investigación básica, pero se hizo famosa con un libro en el que aconseja a animales con problemas sexuales. La “Rampolla de las bestias” revela en qué nos parecemos y qué es lo que nos diferencia de ellos


De visita. Judson, en el Zoológico de Buenos Aires. Allí explicó por qué estudiar el comportamiento sexual animal ayuda a entender a los humanos.

Cada vez que le hablan de su alter ego, la Dra. Tatiana –la sexóloga de animales de su libro–, la bióloga evolucionista Olivia Judson pone cara y voz de bomba sexy. Y si bien se ríe ante sus propias ocurrencias sexuales, lo suyo es completamente serio. Y científico.
Como todos sus colegas darwinistas, está convencida de que el ser humano es un animal más y que las conductas tan dispares que se ven a simple vista tienen antecedentes y, quizás, hasta una firme base genética: homosexualidad, monogamia, poligamia, masturbación y demás. La única excepción, dice, son las actividades más extremas de sadomasoquismo, de las que por lo que se sabe, se abstienen los animales. “Es la única actividad sexual exclusivamente humana”, dijo la bióloga de Oxford y el Imperial College de Londres.
Judson, de vacaciones en Buenos Aires (donde baila tango y toma clases de español cada día) antes de incorporarse a un beca que la tendrá en Berlín durante seis meses parar prepar su próximo libro, dijo en diálogo con este diario que “saber más de los animales y tratar de ver el mundo desde su punto de vista también ayuda a entender la sexualidad humana”.
En su obra Consultorio sexual de todas las especies, traducida a 16 idiomas, la doctora Tatiana da consejos a las bestias más atormentadas por problemas sexuales, a la manera de ciertas revistas femeninas. La historia preferida de la misma autora es la de la abeja reina que le escribe a Tatiana: “Estoy preocupada, doctora, todos mis amantes me dejan sus genitales dentro del cuerpo y luego mueren instantáneamente. ¿Esto es normal?”. Y es verdad, cuenta Judson, que cuando el macho de la abeja alcanza su clímax, explota y su semen sale así de su cuerpo. “Tienen una sola relación sexual en toda la vida, si es que la tienen. El tema es ver cómo evolucionó eso. Y la respuesta está en que hay mucha competencia entre machos. Muchos lo intentan y pocos lo logran”, expresó.

Otros. El caso siempre citado de canibalismo sexual es el de la mantis religiosa (o “tatadiós”), cuyo macho se transforma en comida para la hembra, que lo mata al momento de la inseminación, lo que hace que su debut sexual sea también su despedida. “Pero no se trata de algo cooperativo”, señaló Judson. “Según varias fuentes, el macho hace razonables esfuerzos por no ser capturado por la hembra, que finalmente casi siempre lo come. Se resiste, no es un sacrificio, como el que sí hace la araña conocida como viuda negra, cuyo macho es cien veces más pequeño. Es muy extraño el modo en que copulan”, se rió.
Pero la idea de Judson es trascender los ejemplos graciosos, tristes o patéticos. El sexo –por el modo en que nos interesa, por el lugar que ocupa en nuestras vidas– es una de las claves de la propia existencia humana. “Lo importante de estudiar el sexo de los animales es que brinda un acercamiento a todo el espectro de posibilidades sexuales y nos hace ver como parte de algo más grande, de la naturaleza”, explicó.
“No creo que sirva para justificar el comportamiento humano, pero sí para explicarlo. Por ejemplo, en muchos animales la violación existe, lo que no significa que esté bien, claro. Pero potencialmente puede ayudarnos a explicar qué biología hay detrás de eso. Comprender la sexualidad animal nos habilita a mirar en un espejo para vernos y saber dónde encajamos en ese amplio espectro.”
Darle voz humana y sentimientos a los animales puede llevar a preguntarse qué es intuitivo y qué no en ellos, y por qué actúan como lo hacen. ¿Los animales realmente gozan del sexo? ¿Por qué la hembra humana y la del bonobo son las únicas que experimentan el orgasmo? “Es muy difícil saber con exactitud el grado de placer que obtienen los animales. En los primates parecería que sí experimentan placer. También un gran número de animales se masturba, y uno imaginaría que eso les provoca algo en algún sentido y que por eso lo hacen; un buen ejemplo es el delfín.”

Genes. De todos modos, y como dicen que dijo Sócrates, lo cierto es que aún se sabe poco de los verdaderos fundamentos de la vida sexual humana.
“Sobre las bases genéticas del sexo no sabemos nada. Hay algunas hipótesis, respecto del componente genético de la homosexualidad, por ejemplo, pero no está claro. Lo mismo con la monogamia y la promiscuidad, que parecen tener alguna base genética, porque son comportamientos que se repiten en abuelos, padres e hijos. Pero faltan investigaciones más profundas.”
De sexo nadie puede decir “lo sé todo”. Ni siquiera la Dra. Tatiana. Ella (o tal vez Judson) concluye: “El sexo es una fuerza especialmente poderosa y por eso las religiones buscaron y buscan tanto controlarlo. Y comprenderlo es tan importante como disfrutarlo”.

8 comentarios:

NINA dijo...

Por lo menos el hombre todavía no se inmola después del sexo...

Si no, cagamos! Cada vez hay menos hombres por culpa del homosexualismo... te imaginás si explotaran como las abejas?

Desclasado dijo...

Vaya, pues no había yo caído en esto tan evidente de que los animales no hacen sadomasoquismo.
Curiosa la entrevista.
Saludos, le vi por casa de Nina.

Anónimo dijo...

Ellos se lo pierden

NINA dijo...

Che Descla... y comerte a tu amante es canibalismo! Todavía pior!!
O hacerlo explotar... te convierte en un taliban?

Desclasado dijo...

Bueno... Cuando me he comido entera a mi amante y la he hecho explotar varias veces no parecía estar muy disgustada...

(Por Dios, Nina, que nos van a echar de todos los blogs).

austerlitz50 dijo...

Descalasado: De este blog seguro que no, jaja :-))))

NINA dijo...

Qué buena respuesta... chapeaux!

Desclasado dijo...

Jajaja, me recuerda a aquello de "no pertenecería a un club que me admitiese" (o algo parecido).
Gracias por el recibimiento, Austerlitz.
(Dios mío, iba a escribir "gracias por la acogida". La costumbre...)